jueves, julio 28, 2005

soñador

Martín se estaba duchando mientras Maria daba vueltas por el baño gritándole desde el otro lado de la cortina. El vapor lo envolvía todo y se condensaba sobre el espejo, la ventana y hasta los azulejos verdes de las paredes. Ella estaba bastante alterada.
- ¡Siempre vas a ser el mismo inmaduro de mierda!
El escuchaba pero por el momento no atinaba a responder. Maria seguía.
-¡Hace dos meses que no podemos pagar el alquiler, apenas tenemos para comer y vos seguís insistiendo con tu bandita de fracasados! ¿¡Rocanrol!? ¿Porque no te buscas un laburo de verdad?
-Mirá nena, recién ahora estamos encontrando nuestro público, no es algo que se hace de la noche a la mañana. Además la semana que viene vamos a grabar un demo y ahí vas a ver que las cosas van a empezar a pintar mejor.
Ella se cansó de dar vueltas y se sentó sobre la tapa del water.
-Iluso- le dijo tomando aire.
-¿Porque siempre me tenés que tirar el ánimo a la mierda? ¿Además que esperabas, que me iba a hacer abogado como el pelotudo de tu hermano? No jodas vos sabías que nos esperaba cuando te viniste conmigo.
Maria se puso de pié para otro de sus arranques violentos.
-¡Andá a cagar forro! ¿No te das cuenta que sos solo un pobre soñador?
Martín se quedo callado un momento y luego replicó.
-Yo seré un soñador, pero vos sos nada mas que un sueño.

Se detuvo a prestar atención pero no escuchó respuesta alguna de parte de Maria. Lentamente corrió la cortina y espió hacia el otro lado. Nada mas que vapor, se había esfumado. Martín prendió un poco mas el agua caliente y se puso a cantar. Soñé...que soñaste conmigo...

viernes, julio 08, 2005

una vez en el caribe

La música caribeña flotaba en el aire y fluía por las callecitas empedradas. La luz de los faroles partía la noche cada diez o quince metros. El clima era tan húmedo que se podía besar. El olor a comida frita se escapaba por las ventanas de las casitas que daban a la calle, amontonadas una contra otra. Y ahí estaba yo, borrachísimo, tratando de encontrar el camino hacia el puerto. Avanzaba manteniéndome en pie con la ayuda de los faroles a los que me abrasaba violentamente, mientras el suelo bailaba un ritmo desconocido para mí. Me habían dicho que en el puerto de San Agustín se encontraba un hombre llamado Pepe Cuevas, que conocía La Verdad. Y yo me aferraba a esta idea como la posibilidad de darle un vuelco a mi vida, a mi muy deprimente vida (la cual dejamos para otro día). Bueno no me pregunten como pero finalmente llegué al puerto, o al menos eso parecía. Ahí estaba el bar de mala muerte que me habían indicado, “El Nicoya”. Adentro se estaba llevando a cabo una especie de fiesta apocalíptica, excepto en la barra del fondo, que es a donde fui a parar (sentar) junto a una muchacha que, en mi borrachera, parecía muy apetecible. Una vez instalado en la barra le pedí al cantinero dos cubas, uno para mi y otro para mi compañera. Ella sonrió agradecida y me preguntó.
-¿No eres de por aquí cierto?-
-No... en realidad vengo de mucho mas al sur.- Respondí como galán borracho.
- ¿Y pues a que vaina has venido entonces?-
- Esto te puede parecer raro, pero vengo en busca de La Verdad.-
De ahí nuestra conversación partió hacia otros temas y varios cubas más. La noche estaba llegando a su fin y yo, en un estado lamentable, seguía tomando. Me encontraba en el proceso de despedirme y explicarle a Josefina (se me había olvidado decirles su nombre) que ya era tarde y todavía me quedaban cosas por hacer, cuando se me arrimó al oído y suavemente susurró.
- La Verdad es Mentira.-
Sorprendido la mire a los ojos.
- ¿Pepe? -
- Pepa – me respondió sonriendo.
Me quede pensando unos segundos. >>La Verdad es Mentira...suena razonable<< Sacada esta conclusión hice fondo con mi trago le di un largo beso en la boca a Pepa y caí inconsciente al piso.

viernes, julio 01, 2005

Era Un Carlitos Socrático

El tren avanzaba lentamente entre los cultivos de remolacha. El sol apaciguaba finalizando la tarde y caía perezosamente sobre la inmensidad de los campos finamente segmentados por las vías del tren. Carlitos y Poroto se encontraban tumbados entre las cajas de un vagón abierto, esto es, sin techo ni paredes. Poroto había tomado mucho interés en Carlitos desde ayer a la tarde cuando se conocieron en la estación de Altamonte y, aunque no quería admitirlo, guardaba todas sus palabras en un cajón que tenia en el fondo del cerebro. Habían pasado un largo rato en silencio cuando Poroto termino de inspeccionarse el ombligo y pregunto:
- ¿Flaco... sos religioso, digo... crees en Dios?
- ¿En Dios? Mi dios es el sol, y el vino mi misa.
- ¡Jajaj! – Poroto se destornilló de risa. – ¡Me parece que mucho sol y mucho vino te hicieron mal a la capocha!
Carlitos no se inmutó y continuó con su discurso.
- El sol, Poroto, es luz, es calor, es energía, es vida... y es para mi, mi Dios.
Poroto mas serio ahora empezaba a absorber estas palabras.
- El sol no discrimina... brilla sobre todos los seres del planeta por igual. Esta ahí para los ricos y para los pobres, para los negros, los blancos y los azules, esta para los buenos, los hijodeputas, los infelices y para los vagabundos también- Dijo Carlitos esbozando una sonrisa.
- No pretende nada de nadie y a cambio nos da TODO. Por eso cuando desciende violeta sobre el horizonte le rindo tributo con un trago de tinto, y sigo tomando en su honor hasta que me olvido de todo y cuando despierte al otro día, ahí va estar, sentado sobre el firmamento, imperturbable.
Poroto se quedo un rato pensando y luego dijo:
- Casi me convencés borracho de mierda ¡jajaj! Decime esto entonces, cada galaxia tiene su propio sol, ¿Carlitos eso como me lo explicas?
- ¡Pero de que carajo me hablas, nunca saliste del país y me venís a hablar de galaxias! Mirá, hace esto, sacate la camisa como yo y dejá que el sol te de un abrazo, no creo que ningún otro dios te abrace así.
Poroto negaba con la cabeza pero se desabrochó la camisa.
- Haceme caso, ahora nos emborrachamos de sol y esta noche ¡ja! y esta noche nos emborrachamos de verdad y te cuento sobre la luna ¡la diosa! Pálida y hermosa. Pobre Poroto, le enseñaron todo al revés.