sábado, abril 15, 2006

sobre la ruta 37

Morgan “Pitbull” McFly conducía su Corvette descapotable naranja por la ruta 37 tajando el desierto de Arizona. El sol castigaba desde lo alto del cielo. A su lado, en el asiento del acompañante, dos revólveres cargados. Recostado sobre el asiento trasero un puerco de noventa y cinco quilos con un moño violeta alrededor del cuello.
- No te impacientes Frank, ya casi estamos- le dijo al puerco por el espejo retrovisor.
- Vamos a recuperarla en un santiamén ya veras-
Frank dejó escapar un pedo con aroma a zanahoria y bosta a la vinagreta.
- Ese es mi muchacho-
A lo lejos, casi sobre el horizonte y un poco a la derecha, una mancha oscura se agrandaba en la tierra árida.

Detrás de una vieja capilla en el kilómetro doscientos cincuenta y seis de la ruta 37 estaba por casarse una joven pareja local. Sentados sobre sillas blancas de plástico había una veintena de familiares y amigos, entre todos los invitados sumaban una dentadura completa. La mujer daba el “sí” final y besaba a su nuevo marido entre los aplausos del público presente, cuando McFly interrumpía arremetiendo su automóvil a ciento veinte por hora contra los familiares que salían despedidos por el aire como palomas espantadas en la plaza. Morgan frenó su Corvette justo en frente de la pareja con una violenta coleada, agarró los revólveres y parándose sobre el asiento comenzó a disparar contra todo lo que se moviera. La esposa gritaba enloquecida con su blanco vestido teñido por la sangre de su ex-marido. El cura fue el último en caer, gimiendo detrás de una mesita donde se había escondido. McFly guardó sus armas y fue en busca de la jovenzuela, la cual cargó al hombro y tiró dentro del asiento del acompañante.
- Hasta luego soquetes- dirigió a los que ya eran y arrancó nuevamente hacia la ruta 37.
Frank masticaba un sombrero que había caído dentro del carro. Ella lloraba con furia mientras el viento jugaba con su cabello suelto.
- No te preocupes nena, ya pasó... aquel bastardo no te volverá a tocar-
Comenzó a llorar aún más fuerte.
- Está bien, está bien... no lo nombraremos mas-
McFly largó un escupitajo por el costado del carro.
- Ahora llegamos a casa, nos damos un buen baño caliente y nos relajamos un rato ¿no es cierto Frank?- dijo mirando por el espejo.
El porcino soltó el sombrero y gruñó dos veces.
- Ese es mi muchacho-
La señorita asomó la cara por detrás de sus pequeñas manos entre sollozos.
- ¿Que quieres de mi?- dijo ella.
- ¿Como que, que quiero de ti? Quiero que volvamos a ser como éramos antes, antes de el, antes de todo esto-
- Pe..pe..pe.. pero si nunca te he visto antes en mi vida-

McFly giró su cabeza y la observó detenidamente por primera vez. Retornó su mirada sobre la ruta. Luego la volvió a mirar, esta vez de reojo. Pisó el freno y el carro se detuvo bruscamente sobre la ruta.
- Bájate-
Ella se paró temblando y comenzó a pasar por sobre el costado del carro cuando Morgan le propinó un fuerte empujón en el trasero que la mandó volando sobre unos arbustos. El Corvette aceleró aullando sus llantas contra el asfalto levantando una nube de tierra roja.
- ¿Por qué no dijiste nada Frank? Apuesto que te parece muy gracioso-
El puerco tragó el último pedazo del sombrero y dejó escapar un ruidoso pedo.