Raúl bajo las escaleras de la estación Lavalle hacia la plataforma del subte. Hizo los cuarenta y seis escalones con una sonrisa en la cara. Le parecía que por primera vez en su vida era completamente feliz. Cuando llego al andén el subte ya estaba saliendo pero poco le importo. Miro a su alrededor y se dio cuenta que había quedado solo. Sintió como lo iba abrazando el calor proveniente de las profundidades.
Amaba y era amado. Pronto seria padre y a sus treinta y seis años le producía una inmensa alegría. El próximo tren aun no llegaba y comenzaba a aparecer cada vez mas gente. Conoció a su mujer, Clara, en un centro de rehabilitación para adictos a las drogas. Raúl había abusado de substancias alteradoras de la percepción durante años y aún sufría las secuelas de vez en cuando. Se escuchaba el subte acercándose a la estación. Pensó que de morir ahora moriría enteramente satisfecho. Mirando hacia atrás le pareció que solo se había sentido tan seguro una noche que soñó con su difunto padre, bajo el efecto de la mezcalina.
El subte se asomo por la entrada del túnel. Raúl se acerco al borde del andén y se paro sobre la franja amarilla. ¿De morir ahora podría inmortalizar su desbordante alegría? El subte estaba a pocos metros y avanzando velozmente.
Raúl cerró los ojos, respiro hondo y con la imagen de su padre en la cabeza, se dejo caer.
Vida de Daniel Zariello (1956-2024)
Hace 4 meses.
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Una luz blanca lo llevó a abrir los ojos. Estaba rodeado de gente que lo observaba desde arriba. Escuchó un fuerte ruido, parecido a un bocinazo, pero no pudo distinguir si provenía de algún lugar cercano o de mas lejos. Detrás de él se cerraron unas puertas con algo de estruendo.
Raúl se levantó de sus rodillas un poco aturdido, pasó entre dos señoras que no paraban de mirarlo y tomó asiento. Inclinó la vista para fijarse la hora. ¿Que habría de comer en casa?
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